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martes, 13 de octubre de 2009

Los árboles absorben un 20 por ciento de las emisiones de CO2 anuales de España

Las áreas forestales ocupan en España unos 26 millones de hectáreas, el 51,4 por ciento de la superficie de nuestro país. De éstas, 10,7 millones de hectáreas son montes arbolados, otros 3,2 millones lo forman arbolado claro o poco denso, y los 12 millones de hectáreas restantes están cubiertas por vegetación arbustiva y herbácea. Además de tapizar de colores nuestro territorio, las masas arbóreas desempeñan un papel muy importante como sumideros de carbono y, por tanto, contribuyen de manera efectiva a la mitigación del cambio climático.

La fijación mediante la fotosíntesis y el almacenamiento de dióxido de carbono, que representa aproximadamente el 60 por ciento entre los gases de efecto invernadero, tanto en las masas forestales como en los productos obtenidos a partir del bosque, se asegura a través de la forestación y la gestión sostenible de los bosques. Por eso, y con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente, que se celebrará el próximo jueves, el Foro de Bosques y Cambio Climático -sociedad sin ánimo de lucro integrada por los diferentes agentes del sector forestal- ha lanzado la campaña «¡Nos comemos el CO2!», para concienciar sobre el beneficio natural que los bosques ofrecen al ser humano.

Cuánto fija una plantación

Y esos beneficios pasan precisamente por eso, por «tragarse» el CO2 que de otra manera se liberaría a la atmósfera, aumentando aún más nuestra cuenta anual de emisiones de gases de efecto invernadero. A partir de los datos del Tercer Inventario Forestal Nacional y de diferentes cálculos de la cantidad de CO2 que puede fijar una plantación -unas 20 toneladas por hectárea y año, aunque esta cifra varía de unas especies a otras-, desde el Foro de Bosques y Cambio Climático estiman que nuestros árboles ahorran un 20 por ciento de emisiones anuales de CO2 a la atmósfera.

En total, los bosques españoles, sólo el arbolado, acumulan más de 186 millones de toneladas de dióxido de carbono. Los bosques gallegos tienen acumulado un total de 37 millones de toneladas de CO2, lo que representa el 21 por ciento de todo el carbono fijado en la biomasa forestal española, seguidos de los catalanes y castellanoleoneses, con más de 22 millones de toneladas y un 12 por ciento en ambos casos. Un 8 por ciento del CO2 está almacenado en Navarra (15 millones de toneladas), un 7 por ciento en Asturias y Castilla-La Mancha; un 6 por ciento en Andalucía, Aragón y País Vasco; un 4 por ciento en Cantabria; Extremadura (3 por ciento); La Rioja y Madrid (2 por ciento), y Canarias, Comunidad Valenciana, Baleares y Murcia.

Distintas especies

Un mapa por comunidades autónomas que también permite apreciar a grandes rasgos las zonas de España tapizadas por una mayor cantidad de vegetación, si bien la cantidad de carbono fijada depende fundamentalmente, pero no únicamente, de las especies que componen las masas arboladas.

Así, en los bosques, el periodo de almacenamiento y la velocidad de fijación del carbono en la vegetación y en el suelo varía, dependiendo de la especie y de la calidad de la zona, del clima y de las prácticas y alteraciones a las que esté sometida esa vegetación. Como norma general, las especies de rápido crecimiento, como el pino o el eucalipto, son las que más carbono logran fijar, igual que los ejemplares jóvenes frente a los viejos.

Durante la presentación de la campaña, el presidente del Foro de Bosques y Cambio Climático, José Carlos del Álamo, puso un ejemplo muy revelador de la labor de los bosques como sumideros de carbono y de la capacidad de las distintas especies para lograrlo. Así, las hectáreas necesarias para compensar las emisiones anuales de un automóvil son 0,39 en el caso de los hayedos, 0,14 en el de las choperas y 0,19 en el caso de los pinares silvestres.

La Universidad de Sevilla publicó hace unos meses un estudio sobre el uso de los árboles como sumideros de dióxido de carbono. El informe refleja que las plantaciones arbóreas son un instrumento eficaz para la lucha contra el cambio climático. El pino carrasco y el pino piñonero sobresalen en esta función con respecto al resto ya que absorben 48.870 y 27.180 kilos de CO2 al año respectivamente.
Las plantas absorben dióxido de carbono gracias a la fotosíntesis, proceso por el que este gas queda fijado en sus raíces, tronco y hojas en forma de carbono, y además también captan CO2 durante su respiración, que convierten en oxígeno, que es liberado a la atmósfera. Aunque la mayor cantidad de CO2 atmosférico permanece fijado en la naturaleza en las rocas, en forma de carbonatos, otro volumen importante es retenido por las plantas.

Compensaciones

Por eso, desde el Foro de Bosques se ha reclamado que los propietarios de los montes -en nuestro país son de titularidad privada el 70 por ciento- sean compensados por los beneficios que generan. «Si los que emiten carbono están pagando, lo lógico sería que los que lo fijan cobren», dijo Del Álamo. Para ello proponen, por ejemplo, el establecimiento de un canon al consumo de agua que se destinaría a la gestión de los bosques.

Además, plantean que se fomente el uso de la madera en la construcción como material alternativo al hormigón o al aluminio y que se contabilice el carbono fijado en ella, según informa Efe. Hay que tener en cuenta que la transformación de los árboles en productos forestales, tales como madera aserrada, contrachapado o papel no suponen en sí mismas una liberación de carbono a la atmósfera, sino que el carbono permanece fijado en los productos derivados del bosque durante todo su ciclo de vida.


Fuente: Agencia EFE
Los bosques primarios son importantes sumideros de carbono, según revela un estudio

Los bosques primarios constituyen importantes sumideros de carbono para el planeta y deberían ser reconocidos como tales en el Protocolo de Kyoto, según un nuevo estudio financiado con fondos comunitarios y publicado en la revista Nature. 15/09/2008

CORDIS- Los autores del estudio, un equipo internacional de científicos, concluyeron que los bosques primarios del hemisferio norte retienen hasta el 10% del total de dióxido de carbono (CO2) absorbido a escala mundial. Este descubrimiento pone en duda la creencia generalizada de que estos bosques viejos tienen un balance neutro de carbono.
Tal creencia se fundamenta en un estudio del científico estadounidense Eugene Odum que data de los años sesenta, que aparentemente demostraba que los bosques de más de ciento cincuenta años de antigüedad emiten tanto CO2 a la atmósfera como el que absorben, de forma que su balance global de carbono sería neutro. Pese a que aquel estudio se fundamentaba solamente en diez años de datos de una única plantación, sus conclusiones pronto se aceptaron como axioma en este campo.
«Esto es lo que llevan décadas enseñando en las clases de ecología. Pero no estaba basado más que en observaciones de un único estudio sobre un tipo concreto de bosque. Sencillamente, lo que afirmaba no se cumple en todos los casos», señaló Beverly Law, catedrática de la Universidad Estatal de Oregón (Estados Unidos) y una de las autoras del estudio.
Para este estudio, científicos de Bélgica, Francia, Alemania, Reino Unido, Suiza y Estados Unidos examinaron datos procedentes de 519 bosques primarios. Lo que descubrieron fue que, al contrario de tener un balance neutro de carbono, la mayoría de los bosques de entre 15 y 800 años de antigüedad constituían sumideros de carbono, puesto que absorbían más carbono del que emitían.
Los bosques primarios del hemisferio norte representan el 15% de la superficie boscosa total en el mundo. Los científicos calculan que estos bosques antiguos absorben por sí solos alrededor de 1,3 gigatoneladas de carbono al año, lo que equivale al 10% del CO2 neto absorbido en todo el mundo.
Al calcular los presupuestos de carbono, el Protocolo de Kyoto abarca las actividades de forestación, reforestación y deforestación, y no considera como actividad humana el hecho de dejar intactos los bosques. Sin embargo, los datos de este nuevo estudio indican a las claras que los bosques primarios son, en realidad, importantes sumideros de carbono. Si estos bosques sufrieran algún daño, liberarían sus ingentes reservas de carbono a la atmósfera.

«Los bosques primarios contienen cantidades colosales de carbono, que han acumulado constantemente con el paso de los siglos», afirman los investigadores. «Si sufrieran algún daño verterían a la atmósfera gran parte de su carbono. Así pues, las reglas de contabilidad del carbono establecidas para los bosques deberían premiar el hecho de respetar la naturaleza virgen de los bosques primarios.»
Estos hallazgos tienen importantes implicaciones para aquellos países que poseen grandes masas boscosas antiguas, ya que la tarea de compensar las emisiones de gases de efecto invernadero podría resultar más sencilla si dejaran sus bosques intactos.
«Si en determinado país hay preocupación por el modo de compensar las emisiones de gases de efecto invernadero y consideran sus bosques viejos únicamente desde la perspectiva del carbono, lo más acertado sería dejarlos en paz», indicó la Sra. Law.
Además, a la vista de estos resultados, habrá que modificar las simulaciones computacionales del cambio climático para que reflejen esta función recién descubierta de los bosques primarios en el ciclo global del carbono.
Este estudio recibió apoyo de la UE por medio del proyecto CarboEurope (Evaluación del balance de carbono terrestre europeo), financiado a su vez a través del área temática «Desarrollo sostenible, cambio climático y ecosistemas» del Sexto Programa Marco (6PM).

Fuente:http://www.agroinformacion.com/