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viernes, 17 de agosto de 2012

APUNTES DE PLANTACIÓN (Gabriel Iguiniz)





Apuntes de calidad de planta, suministro, plantación y cuidados posteriores.

1. Criterios de calidad.
2. Suministro del material vegetal.  
2.1. Parámetros de calidad de copa.
2.2. Parámetros de calidad del tronco.
2.3. Parámetros de  calidad de la raíz.
2.4. Control de recepción.
2.5. Almacenamiento y transporte de la planta.
3. Suelo. Suelos técnicos.
3.1. Volumen de suelo necesario.
3.2.  Contenedores.
4. Plantación.
4.1. Época de plantación.
4.2. Preparación de la planta.
4.3. Plantación.
4.3.1. Preparación del suelo.
4.3.1. 1. Preparación del suelo en alcorque.
4.3.1. 2. Preparación del suelo en área verde.
4.3.2. Proceso de plantación.
5. Cuidados posteriores.
6. Trasplante de grandes ejemplares.
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Apuntes de calidad de planta, suministro, plantación y cuidados posteriores.

El objetivo de la plantación es implantar en el terreno una planta desarrollada en otro lugar, logrando plenamente su arraigue y su posterior desarrollo.


1. Criterios de calidad.
En los últimos años ha crecido la demanda de planta de planta con troncos y copas importantes, para defenderse del vandalismo y para crear rápidamente “presencia vegetal”.
Sin embargo, no es fácil conseguir un sistema radicular proporcional, en cantidad y en calidad, ni es fácil, por tanto, que la planta consiga un desarrollo vigoroso tras la plantación.
El viverista puede conseguir fuertes desarrollos de copa, pero ello supone inevitablemente fuertes desarrollos de raíz, lo que es un problema importante, pues existe una limitación al volumen y peso del cepellón o del contenedor con que la planta salga a la venta y, por tanto, de la cantidad de raíz fina contenida.
La norma debe exigir planta con fuerte vitalidad y buenas características, y la plantación debe conseguir que la vitalidad se continúe tras la plantación, ya que la falta de vitalidad, o la caída de vitalidad tras la plantación, provocan los siguientes efectos:
ê          Se detiene el crecimiento de la planta durante una serie más o menos larga de años.
ê          Los crecimientos anuales, al ser cortos, producen estructuras indeseables: achaparradas, ejes múltiples, horquillas bajas, etc.
ê          La planta con poca vitalidad es mucho más proclive a plagas y enfermedades y a baja respuesta a todo tipo de agresiones.
ê          La planta puede morir.

La falta de vitalidad puede provenir de:
Ø     mala calidad de la planta,
Ø     incorrecto almacenamiento o trasiego,
Ø     incorrecto proceso de plantación,
Ø     suelo inadecuado o de mala calidad,
Ø     deshidratación o encharcamiento del suelo,
Ø     falta de mantenimiento posterior.

Una planta de correcta calidad expuesta durante semanas al sol y a las heladas, podría calificarse, tras el examen de su copa, tronco y raíz, como de buena calidad. Sin embargo, seguramente estará deshidratada y tendrá una pobre respuesta tras la plantación.
Una planta puede tener una magnífica calidad de tronco y copa, pero una baja calidad de raíz, oculta dentro de un cepellón importante: igualmente, la respuesta tras la plantación será mala.
Así pues, la calidad de la planta se refiere a la calidad de cada una de sus partes, pero también a la calidad y vitalidad de la planta en su conjunto.
La vitalidad general es difícil de evaluar. Habrá que suponerla buena si el resto de las características de la planta son correctas.
La calidad de copa y tronco se hacen evidentes y son fáciles de valorar.
La calidad de la raíz, salvo en las plantas a raíz desnuda, es complicada de valorar y, sin embargo, es vital.
        
2. Suministro del material vegetal.
La producción tradicional de planta barata produce plantas descopadas a menos de 2 metros de altura. Esta altura resulta insuficiente en muchas situaciones de viario.
En general, se debe buscar plantas con el eje central completo. Esto permite acomodar la planta a su lugar de plantación, decidiendo después si queremos mantener el eje central, o si abriremos la copa en vaso, y a qué altura.
En los árboles injertados en cabeza, la altura del vaso ya viene definida y no se podrá elevar posteriormente.
En todo caso, solamente se elegirá planta con copa abierta en vaso si es así como nos interesa el desarrollo de la estructura adulta, y es esa la altura de vaso adulto que nos conviene. Hay que considerar que en la plantación en alcorque, se considera el suelo por debajo de la pavimentación, por lo que la planta queda más baja, y la altura del vaso queda más baja.
Durante años se ha discutido el problema de la compensación entre parte aérea y raíz, sobre la conveniencia de reducir la copa de la planta, dado que inevitablemente la raíz está muy reducida. La propuesta general debe ser que la planta se plante con toda la copa con que llegue. Los posibles desequilibrios deben venir resueltos desde el vivero. Si la planta está muy desequilibrada, no debe comprarse.

        
2.1. Parámetros de calidad de copa.
En todo caso:
- El tamaño y aspecto de las hojas debe ser el normal para la especie, variedad y edad del ejemplar.
- Ausencia de plagas, enfermedades, clorosis, necrosis ó color anormal.
- Ausencia de horquillas prietas o de cortezas incluidas.
- Totalidad de yemas y ramitas vivas.
- Buenos crecimientos en los últimos años.

Plantas con eje central completo.
- Copa completa, con todo su ramaje, organizada es un solo eje central y ramas laterales dominadas.
- Si la planta es para viario, debe tener el tronco limpio de ramas laterales hasta 2 metros de altura.
- Tanta más copa falte, sea por número de ramas o por longitud de las mismas, tanta peor calidad de planta será.

Plantas abiertas en vaso o injertadas en cabeza.
- El número de ejes que salen del vaso será 3 como mínimo y 5 como máximo.
- Cada eje debe estar completo en su longitud.

2.2. Parámetros de calidad del tronco.
El tronco debe ser único y recto (salvo para ejemplares concretos de áreas verdes).
Sin horquillas por debajo de la cruz, en las plantas injertadas o abiertas en vaso.
Sin horquillas en las plantas con eje central completo. Se admite la evidencia de haber eliminado uno de los dos ejes en competencia, si el eje eliminado tiene menos de un tercio del diámetro del eje conservado.
Ausencia de chancros, descortezados, desgarros, heridas, o defectos.


Grosor.
Para tamaños normales, el grosor, medido a 1,3 m de altura debe ser mayor de 10 cm. de perímetro o 3 cm. de diámetro.

Longitud.
Para tamaños normales, si es una planta flechada (eje central completo), la altura total de la planta debe estar entre los 4 y los 6 m.
Si es una planta abierta en vaso, la longitud del tronco, desde la base del tronco hasta el punto donde se abre el vaso, debe ser mayor ó igual a 2,50 m.

Espigamiento.
Una planta excesivamente espigada o ahilada no se sostendrá vertical o se partirá tras la plantación.

2.3. Parámetros de  calidad de la raíz.
Es impensable disponer, en el momento de la plantación del 100 % de la raíz de la planta. En un volumen limitado para el transporte y manipulación, y con un desarrollo importante de tronco y copa, ello significaría unas espiralizaciones inaceptables en la raíz.
Así pues, siempre hay que contar con una raíz incompleta: se perderá longitud y cantidad global de raíces.
La presencia de raíz fina es fundamental para que inmediatamente después de la plantación la planta pueda tomar agua del suelo. Si no hay raíz fina o es insuficiente, deberá formarse, y ese proceso no es fácil ni rápido y, dado que la brotación de las yemas sí es inmediata, la planta se va deshidratando.

Un cepellón de gran diámetro y peso no necesariamente significa una gran cantidad y calidad de raíz fina. En el suelo del vivero la raíz se expande en todas direcciones y, en ausencia de repicados, el volumen del cepellón sólo conserva la base de las raíces principales y nada o muy poca raíz fina absorbente. En estas condiciones, aumentar el tamaño del cepellón apenas supone una mejora de calidad y cantidad de raíz fina.
El repicado permite que en el ámbito cercano a la base de la planta, es decir, en el volumen que formará parte del cepellón o contenedor, haya una presencia importante de raíz fina absorbente.
Para plantas de tamaños normales (14/16, 16/18) probablemente no sean necesarios varios repicados. Lo fundamental es que uno o dos años antes de sacar la planta del vivero, ésta se repique (es decir, se le corten todas las raíces a una distancia determinada) y se le permita a la planta, en las mejores condiciones posibles de vivero (sin moverla del sitio, o trasplantándola a otro lugar, o colocándola en contenedor) formar raíz fina a partir de la raíz que le quedó.
En definitiva, el ideal es que la planta llegue a la plantación con mucha raíz fina activa. Para ello resulta imprescindible el repicado previo en vivero y el cultivo posterior, en suelo o en contenedor, uno o dos años más.
Existen distintos tipos de presentación de raíz: raíz desnuda, cepellón y contenedor. En cualquiera de las tres presentaciones, es imprescindible la presencia de repicados de raíz.  Una planta sin repicados es de calidad inadmisible.

Planta a raíz desnuda.
Es aquella en la que la raíz se presenta a la vista y limpia de tierra. Se puede admitir en especies de muy fácil arraigo, y siempre que sea evidente el repicado y la presencia de una gran cantidad de raíz fina. El diámetro del sistema radicular presente, para plantas de tamaños normales (14/16, 16/18), será de al menos 40 cm de diámetro.

Planta con cepellón.
Es aquella en la que la raíz se arranca y se transporta junto con la tierra que la contiene. Por el propio peso de la tierra del cepellón, resulta pesada, difícil de manejar, y por ello cara. Resulta también difícil de inspeccionar. Es frecuente que el cepellón contenga unas raíces gruesas de baja calidad, sin presencia de raíz fina. También es frecuente que el viverista insista en que no se retiren las protecciones de la raíz (malla de alambre, arpillera…) en la plantación. La planta en cepellón es una apuesta arriesgada, por que no se ve la raíz: quizás ni siquiera se ha hecho un repicado, quizás ni siquiera hay raíz fina, quizás es una planta vieja, no vendida en la temporada anterior, y con gran parte de la raíz muerta.
Las plantas de tamaño normal, (14/16, 16/18), deberán tener cepellones de 40 a 50 cm de diámetro, presentar un repicado al menos 10 cm al interior y, a partir de los cortes del repicado, presentar abundante raíz fina.
Las plantas de mayor tamaño deberían presentar al menos dos ciclos de repicado y diámetros de cepellón de 60 y hasta 80 cm.
El diámetro de las raíces finalmente cortadas en el arranque debe ser menor ó igual a 1,5 centímetros.
Siempre se debe inspeccionar a la llegada de la planta, sea del tamaño que sea. No se trata de destrozar el cepellón e inutilizar la planta, sino de escarbar un poco y ver qué hay dentro del cepellón. Para ello, se retira en un lado los materiales de protección (arpillera, plástico, malla de alambre), se empieza a escarbar con una azadilla y se observa:
ê          Si al exterior del cepellón asoman cortes de raíz mayores de 2 cm, es que no hay repicado interno. Lo que hace el cepellón es intentar ocultar esa mala calidad.. Es planta a rechazar.
ê          El tipo y calidad de la tierra: un cepellón firme requiere una tierra arcillosa. Pero una tierra muy arcillosa no es muy adecuada para producir abundante raíz fina.
ê          Si hay repicado, a qué profundidad está y cuáles son los diámetros de las raíces cortadas y de las raíces emitidas.
ê          Si la raíz fina está distribuida uniformemente por todo el volumen del cepellón.
ê          Si hay abundante raíz fina, a qué profundidad está y cuánto volumen del cepellón ocupan.

En planta en cepellón, la ausencia de repicado significa una mala calidad de planta.
Tierra excesivamente arcillosa, ausencia de repicado, o repicado con cortes muy gruesos (mayores de 3 cm), con pobre emisión de raíces a partir de los puntos de corte y amplias áreas del cepellón sin raíces finas, son características de mala calidad.
Buena calidad de tierra, correcto repicado, con cortes menores de 2 cm, a una profundidad de al menos 10 cm, y abundante raíz fina que invade el conjunto del cepellón y especialmente su parte más exterior, son características de buena calidad.
Algunos viveristas preparan cepellones envueltos en tierra de buena calidad con gran cantidad de restos vegetales (que contienen raíces de otro origen), lo que da la apariencia de buena calidad de tierra y de presencia de raíz fina, cuando no es así.

Sistemas de autorrepicado.
Cuando se hace crecer la raíz a través de una lámina perforada, parte de las raíces finas atraviesan las perforaciones y, si éstas son estrechas, estrangulan las raíces que se engruesan, lo que provoca la emisión espontánea de raíces finas en los puntos de estrangulamiento.
Esto hace que, sin cortar drásticamente el sistema radicular (con el trauma y la caída de vitalidad que esto supone) se provoque la ramificación y la aparición de abundante raíz fina muy cerca de la base del árbol, en el volumen que va a ser contenido en el arranque. Este sistema es muy interesante y puede dar muy buenos resultados.

Planta en contenedor.
Es aquella en la que la raíz nos llega dentro de un contenedor en el que se ha cultivado una serie de años.
La planta cultivada en contenedor desde su origen mantiene el 100 % de la raíz que se forma, pero esa raíz inevitablemente acaba espiralizándose. Tras la plantación, la raíz espiralizada se engruesa y puede llegar a estrangular la base del árbol.
Sin embargo, el contador sigue ofreciendo interesantes ventajas:
ê          100 % de la raíz fina formada.
ê          óptima protección de la raíz contenida.
ê          buena posibilidad de riego previo a la plantación.

Una buena solución puede ser la combinación de cultivo en tierra, arranque y un fin de cultivo en contenedor.
No se debe aceptar planta en contenedor con raíz espiralizada.
Las plantas de tamaño normal, (14/16, 16/18), deberán presentarse en contenedores de 40 a 50 cm de diámetro, con un repicado a una profundidad de al menos 10 cm, y, a partir de los cortes del repicado, presentar abundante raíz fina.
Las plantas de mayor tamaño deberían presentar al menos dos ciclos de repicado y diámetros de contenedor de 60 y hasta 80 cm.
En toso caso, la raíz fina debe haberse desarrollado y estar presente en todo el volumen del contenedor.
Como se ve, la buena planta en contenedor es un compromiso entre un máximo desarrollo de la raíz dentro de él, y la ausencia de espiralización. Eso es calidad óptima y eso justifica su precio.
Otro aspecto a tener en cuenta es el tipo tierra contenida. El viverista rellena los contenedores de un sustrato de alto contenido en arena y turba (o similar), que permita en vivero un buen drenaje y una buena aireación. Esas características hacen que sea también un sustrato que se deshidrata muy fácilmente, y que una vez seco, sea difícil de volver a hidratar. En vivero eso no es un problema, pues los contenedores se riegan por goteo, lento y prácticamente continuo. Pero una vez la planta fuera del vivero, esos sustratos tienden a secarse, y el rehidratarlos puede ser un problema grave, antes y sobre todo después de la plantación. Por ello, la planta en contenedor debe vigilarse para que no se deshidrate, regándose dentro del contenedor antes de proceder a la plantación.

2.4. Control de recepción.
Especialmente en las compras de partidas importantes, las plantas no se compran en el vivero en el tiempo de la plantación, sino que se encargan y reservan previamente y finalmente llegan al almacén.
Resulta imprescindible realizar en ese momento un buen control de recepción de las características de la planta, pues puede ser aún momento de devolverla.
Se comprobarán las características generales de la planta (etiquetado, presentación, tamaño, especie, variedad, etc.), y se prestará especial atención a los parámetros de calidad arriba descritos.
Los parámetros de calidad de copa y tronco son fáciles de comprobar.
Los aspectos complicados de valorar son la vitalidad general de la planta, y la calidad de la raíz.
La vitalidad general de la planta se puede observar en el desarrollo de la copa, pero un sistema radicular muy recortado o muy agredido en el arranque supone un factor de caída de vitalidad que se manifestará tras la plantación.
Por otro lado, no sabemos cuánto tiempo ha trascurrido desde el arranque de la planta, ni en qué condiciones se ha mantenido una vez arrancada. A veces la planta llega muy deshidratada, condición difícil de valorar, y que provocará serias dificultades tras la plantación.
La calidad de raíz debe descubrirse y valorarse en el momento de la recepción de la planta. Bien a costa del viverista (si así se pactó en la compra), bien a costa propia, algunas plantas de cada partida deben ser examinadas para comprobar las condiciones de la raíz. Normalmente, las condiciones y características de la raíz son uniformes en cada lote. Por tanto, suele bastar con deshacer y examinar al menos parcialmente algunos cepellones y algunos contenedores, por ejemplo, uno de cada 20. Se empieza a descubrir y a mirar. Si lo que se ve es correcto, no hace falta deshacer más el cepellón o el contenedor, y la planta sigue siendo válida. Si hay que deshacer más, porque lo que se va viendo no es correcto, hay que seguir y comprobarlo, pues es todo el lote el que va a ser aceptado o no.


2.5. Almacenamiento y transporte de la planta.
Una vez recepcionada la planta, debe cuidarse hasta el momento de la plantación.
Todas las plantas se mantendrán a salvo de situaciones extremas de temperatura; se le evitarán tanto las heladas como las exposiciones al viento o al sol.
Los contenedores, cepellones y, muy especialmente, las raíces desnudas, se protegerán de la deshidratación mediante riegos, envolturas húmedas y/o enterramientos provisionales.
Se prestará especial atención al grado de humedad de los sustratos de los contenedores, pues como se ha comentado, es frecuente que sean materiales muy porosos y con baja capacidad de retención de agua, y de muy difícil rehidratación una vez secos.
Especialmente en plantas grandes y pesadas, hay que evitar los maltratos y heridas que por la dificultad de manejo frecuentemente se producen.

3. Calidad de suelo. Suelos técnicos.
         Los árboles son poco exigentes en cuanto a fertilidad de los suelo, aunque lógicamente prefieren y agradecen los buenos suelos, especialmente tras la plantación.
         Los mejores suelos naturales tienen una cierta cantidad de materia orgánica en superficie (pero no en profundidad), aunque lo importante es que presentan una composición que permite que tanto el aire como el agua penetren en profundidad.
         Aireación y drenaje son las cualidades clave de los suelos, tanto en suelos naturales como en suelos técnicos.

         Una buena composición podría ser:

Composición granulométrica de tierra fina:
Ø     Arena, cincuenta a setenta y cinco por ciento.
Ø     Limo y arcilla, alrededor del treinta por ciento.
Ø     Cal, inferior al diez por ciento.
Ø     Humus, comprendido entre el dos y el diez por ciento.
Granulometría general:
Ø     Ningún elemento mayor de cinco centímetros.
Ø     Menos de tres por ciento de elementos comprendidos entre uno y cinco centímetros.
Composición química:
Ø     pH:  5.0 to 6.5
Ø     Contenido en materia orgánica:  5%
Ø     Contenido en arcilla:  aprox. 10%
Ø     Porosidad:  > 40%
Ø     Fósforo:  > 50 mg P2O5 /lOO g
Ø     Potasio: >15mgK20/100g
Ø     Magnesio: > 100 mg MgO/Kg

Puede ser un grave error aportar materia orgánica extra a la mezcla ya que su descomposición puede producir condiciones anaeróbicas.

Suelo técnico, suelo estructural.
         Un “suelo técnico” consiste en un suelo reconstituido compuesto por una mezcla de cantos de aristas vivas de piedra (preferentemente no caliza) mezclada con tierra arenosa de buena calidad, en proporción 1:1 en volumen.
         El contacto entre los cantos evita la compactación de la tierra y permite la compactación técnica.
Diferentes experiencias proponen diferentes diámetros para las piedras (entre 5 y 15 cm), pero en todo caso deben tener un tamaño muy uniforme para que unas no ocupen el espacio que queda entre las otras.
         Una vez realizada la mezcla de cantos y tierra, se tiende sobre el terreno por tongadas de 40 cm. de grosor, compactando cada tongada. Los suelos técnicos pueden recibir una compactación técnica correcta y servir de base a una pavimentación capaz de soportar tráfico pesado, etc.
         La tierra real solamente ocupa alrededor de un 20 % del suelo técnico, así que deberá tenerse esto en cuenta a la hora de calcular los volúmenes necesarios.

3.1. Volumen de suelo necesario.
         Sea en suelo libre o en contenedores habilitados, los árboles, según su desarrollo adulto esperado, necesitarán un determinado volumen de suelo.
         El volumen útil de suelo necesario para el completo desarrollo del árbol depende de su talla adulta
·        Árboles pequeños (3 metros de diámetro de copa adulta), necesitarán 7 metros cuadrados de suelo útil explorable, y 0,60 cm de profundidad, es decir, unos 4 m3.
·        Árboles medianos (5 metros de diámetro de copa adulta), necesitarán 20 metros cuadrados de suelo útil explorable, y 0,60 cm de profundidad, es decir, unos 12 m3.
·        Árboles grandes (8 metros de diámetro de copa adulta), necesitarán 50 metros cuadrados de suelo útil explorable, y 0,60 cm de profundidad, es decir, unos 30 m3.

3.2.  Contenedores.
         Los contenedores que se colocan sobre superficies pavimentadas suelen ser de pequeño volumen, y sólo sirven para árboles de muy pequeño desarrollo. En ellos el riego y la elevación de la temperatura por exposición al sol pueden ser problemas limitantes.
         En áreas pavimentadas o sobre construcciones subterráneas se pueden habilitar espacios contenedores para instalar arbolado. En estos casos se debe atender a una serie de aspectos: volumen, calidad y profundidad de suelo, compactación y drenaje.
         Si la pavimentación en superficie no va a ser flotante sino que va apoyar en la tierra, es obligada la instalación de un suelo técnico y de una compactación estricta. Esto lleva a volúmenes (que no profundidades) muy importantes de suelo y ello conlleva en el caso de plantaciones sobre edificación a la previsión de unas estructuras portantes muy importantes (que se calculan sobre el peso del suelo contenido más el volumen de agua que pudiera llegar a contener).
         Deben diseñarse sistemas de drenaje y de impermeabilización capaces de  mantenerse operativos a muy largo plazo.

4. Plantación.
4.1. Época de plantación.
         La plantación de arbolado debe hacerse en la época de reposo invernal, y mejor pronto que tarde.
         Teóricamente, la planta en contenedor, al conservar toda o gran parte de su raíz, podría plantarse en cualquier momento de año. Esto sólo es correcto si se instala un riego permanente, pues fuera del reposo invernal, la planta, con toda su hoja, consume mucha agua, y hasta que no arraiga en el terreno y comienza a obtener agua de él, depende del agua del riego.

4.2.  Preparación de la planta.
No se realizará ninguna reducción de copa, ni siquiera con la pretensión de “compensar copa y raíz”.
Se eliminarán todas las envolturas protectoras de la raíz, que se retirarán fuera de la hoya de plantación.
Es correcto sanear los cortes de raíces realizados en el arranque, si presentan mal aspecto, realizando buenos cortes con herramienta afilada.

4.3. Plantación.
La plantación supone dos procesos independientes: la preparación del suelo y el proceso de plantación propiamente dicho.

4.3.1. Preparación del suelo.
Se trata de acondicionar el terreno en el que las raíces se van a desarrollar durante los primeros años de vida del árbol, ya que el suelo urbano, por sí mismo, raramente tiene unas condiciones adecuadas. Este acondicionamiento es preferible realizarlo varias semanas antes de la plantación.
4.3.1.1. Preparación del suelo en alcorque.
Si la plantación se realiza en un alcorque, se acondicionará (o cambiará, en su caso), todo el suelo posible hasta 60 ó 80 cm. de profundidad (según el volumen de raíces).
4.3.1. 2. Preparación del suelo en área verde.
Si el suelo es suficientemente bueno, bastará con el laboreo de un volumen de suelo de 60 cm. de profundidad y 1,5 metros de diámetro (5 veces el diámetro del cepellón o raíz desnuda). Si el suelo es pobre, duro y compactado, será necesaria la mejora o el cambio de suelo en un volumen de iguales dimensiones, aportando una tierra de buena calidad. Si el suelo está permanentemente encharcado, es probable que la plantación fracase, salvo especies capaces de prosperar en esas condiciones. En tal caso puede convenir la plantación en un volumen de tierra ligeramente elevado sobre el suelo.

4.3.2. Proceso de plantación.
Preparado el suelo, se realiza, en el momento de la plantación, un hueco del tamaño de la raíz de la planta.
El cuello de la raíz (parte ensanchada de la base del tronco, de donde ya salen las raíces) debe quedar a ras de suelo, tal como estaba en el vivero.
Si se planta en alcorque, se pone el cuello de la planta a ras con la parte inferior del pavimento. Si el pavimento es muy grueso, puede subirse un poco la planta.
Salvo en casos raros de cepellones muy grandes, es imprescindible la colocación de un sistema de entutorado, con dos, tres o cuatro tutores.
Se colocan los tutores a la vez que se coloca la planta en su hueco de plantación, de forma que se consiga la mejor postura y acoplamiento entre tutores y sistema radicular. Las ataduras entre tronco y tutor deben ser firmes pero flexibles y  deben clavarse o graparse al tutor.
En plantaciones con cepellones muy grandes y pesados puede evitarse la colocación de tutores si se ancla el cepellón al fondo o a los laterales de la fosa de plantación.
Se rellenan con buena tierra los huecos entre las raíces, si los hubiese, y se apisona un poco la tierra, por tongadas, primero las de abajo, después las superficiales, para lograr un buen contacto con la raíz o cepellón. (Si solo se apisona desde arriba, quedará compactado en superficie, y flojo en profundidad). Evítese apisonar en exceso o amasar la tierra, especialmente si está embarrado.
Es muy recomendable utilizar sobre la superficie algún tipo de acolchado de unos 10 cms. de espesor. En áreas verdes, el acolchado, además de contribuir a la aireación del suelo, evita el crecimiento del césped y, con ello, que los cortacéspedes tengan que acercarse al tronco, con riesgo de provocar heridas.  
No hay que abonar en el momento de la plantación.
En árboles plantados en áreas verdes, se debe evitar los golpes y heridas que las máquinas cortacésped producen el la base de los árboles, mediante la colocación de protecciones en la base del árbol y/0 mediante la instalación de acolchado.

5. Cuidados posteriores.
         Tras la plantación se mantendrá el suelo moderadamente húmedo durante, al menos, los dos primeros años. Un exceso de riego matará la raíz en suelos con mal drenaje y plantación excesivamente profunda. Se regará siempre que (y sólo cuando) una cata realizada con un sacamuestras demuestre que el suelo no tiene la humedad correcta a 20 o 30 cms de profundidad.
         El riego, cuando se necesite, se hará abundante, de forma que penetre en suelo en profundidad (utilizar el sacamuestras  para comprobar el comportamiento de los diferentes suelos), y se regará no solamente a pié del árbol, sino también alrededor, medio metro a un metro más amplio cada año, para animar a las raíces a desarrollarse en el entorno.
         Evítense los riegos escasos y frecuentes, que desarrollarán un sistema de raíces superficial y dependiente del riego.
         Riéguense también en profundidad los árboles plantados en áreas que disfruten de riego por aspersión, por la misma razón.
         Se vigilará el entutorado, de forma que cumpla su función y no hiera ni estrangule la planta. Se puede mantener durante algunos años, pues aunque la planta ya no tuviera riesgo de caerse, suele cumplir una función de protección frente a impactos o vandalismo.
         No se realizará ninguna poda de formación o de reducción de copa hasta que el árbol muestre crecimientos vigorosos, lo que normalmente no ocurrirá hasta pasados unos cuantos años.

6. Trasplante de grandes ejemplares.
Vistas las dificultades y las condiciones a cumplir con la plantación de plantas jóvenes preparadas en vivero, se advertirán las dificultades que supone arrancar, trasladar y plantar árboles ya maduros, con pesos, volúmenes, alturas y empujes de vientos en copa importantes, y con sistemas radiculares muy extensos desarrollados en suelos normalmente pobres y heterogéneos.
La experiencia demuestra que esto es posible en bastantes casos, pero la experiencia demuestra también que en otros casos la operación fracasa, o que la vitalidad decae en los años posteriores con consecuencias irreversibles: muerte parcial, etc.
Con todos los medios disponibles, los sistemas de trasplante de árboles ejemplares no alcanzan a trasplantar más de un 15 % del sistema radicular original.
En general, deberá considerarse el trasplante de árboles ejemplares como una operación excepcional, a realizar sólo cuando haya importantes razones para ello, y cuyo éxito no debe valorarse por la mera supervivencia del ejemplar (un reto ya en sí mismo), sino por la evolución positiva del árbol de ahí en adelante: buenos desarrollos, buena vitalidad, buen anclaje, etc.
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