Apuntes de calidad de planta, suministro, plantación y
cuidados posteriores.
1. Criterios de calidad.
2.
Suministro del material vegetal.
2.1.
Parámetros de calidad de copa.
2.2.
Parámetros de calidad del tronco.
2.3.
Parámetros de calidad de la raíz.
2.4.
Control de recepción.
2.5. Almacenamiento y transporte de la planta.
3.
Suelo. Suelos técnicos.
3.1. Volumen de suelo necesario.
3.2.
Contenedores.
4.
Plantación.
4.1. Época de plantación.
4.2. Preparación de la planta.
4.3. Plantación.
4.3.1. Preparación del suelo.
4.3.1. 1. Preparación del suelo en alcorque.
4.3.1. 2. Preparación del suelo en área verde.
4.3.2. Proceso de plantación.
5. Cuidados posteriores.
6. Trasplante de grandes ejemplares.
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Apuntes de calidad de planta, suministro, plantación y
cuidados posteriores.
El
objetivo de la plantación es implantar en el terreno una planta desarrollada en
otro lugar, logrando plenamente su arraigue y su posterior desarrollo.
1. Criterios de calidad.
En
los últimos años ha crecido la demanda de planta de planta con troncos y copas
importantes, para defenderse del vandalismo y para crear rápidamente “presencia
vegetal”.
Sin
embargo, no es fácil conseguir un sistema radicular proporcional, en cantidad y
en calidad, ni es fácil, por tanto, que la planta consiga un desarrollo
vigoroso tras la plantación.
El
viverista puede conseguir fuertes desarrollos de copa, pero ello supone
inevitablemente fuertes desarrollos de raíz, lo que es un problema importante,
pues existe una limitación al volumen y peso del cepellón o del contenedor con
que la planta salga a la venta y, por tanto, de la cantidad de raíz fina
contenida.
La
norma debe exigir planta con fuerte vitalidad y buenas características, y la
plantación debe conseguir que la vitalidad se continúe tras la plantación, ya
que la falta de vitalidad, o la caída de vitalidad tras la plantación, provocan
los siguientes efectos:
ê
Se detiene el
crecimiento de la planta durante una serie más o menos larga de años.
ê
Los crecimientos
anuales, al ser cortos, producen estructuras indeseables: achaparradas, ejes
múltiples, horquillas bajas, etc.
ê
La planta con
poca vitalidad es mucho más proclive a plagas y enfermedades y a baja respuesta
a todo tipo de agresiones.
ê
La planta puede
morir.
La
falta de vitalidad puede provenir de:
Ø
mala calidad de
la planta,
Ø
incorrecto
almacenamiento o trasiego,
Ø
incorrecto
proceso de plantación,
Ø
suelo inadecuado
o de mala calidad,
Ø
deshidratación o
encharcamiento del suelo,
Ø
falta de
mantenimiento posterior.
Una
planta de correcta calidad expuesta durante semanas al sol y a las heladas,
podría calificarse, tras el examen de su copa, tronco y raíz, como de buena
calidad. Sin embargo, seguramente estará deshidratada y tendrá una pobre
respuesta tras la plantación.
Una
planta puede tener una magnífica calidad de tronco y copa, pero una baja
calidad de raíz, oculta dentro de un cepellón importante: igualmente, la
respuesta tras la plantación será mala.
Así
pues, la calidad de la planta se refiere a la calidad de cada una de sus
partes, pero también a la calidad y vitalidad de la planta en su conjunto.
La
vitalidad general es difícil de evaluar. Habrá que suponerla buena si el resto
de las características de la planta son correctas.
La
calidad de copa y tronco se hacen evidentes y son fáciles de valorar.
La
calidad de la raíz, salvo en las plantas a raíz desnuda, es complicada de
valorar y, sin embargo, es vital.
2.
Suministro del material vegetal.
La
producción tradicional de planta barata produce plantas descopadas a menos de 2 metros de altura. Esta
altura resulta insuficiente en muchas situaciones de viario.
En
general, se debe buscar plantas con el eje central completo. Esto permite
acomodar la planta a su lugar de plantación, decidiendo después si queremos
mantener el eje central, o si abriremos la copa en vaso, y a qué altura.
En
los árboles injertados en cabeza, la altura del vaso ya viene definida y no se
podrá elevar posteriormente.
En
todo caso, solamente se elegirá planta con copa abierta en vaso si es así como
nos interesa el desarrollo de la estructura adulta, y es esa la altura de vaso
adulto que nos conviene. Hay que considerar que en la plantación en alcorque,
se considera el suelo por debajo de la pavimentación, por lo que la planta
queda más baja, y la altura del vaso queda más baja.
Durante
años se ha discutido el problema de la compensación entre parte aérea y raíz,
sobre la conveniencia de reducir la copa de la planta, dado que inevitablemente
la raíz está muy reducida. La propuesta general debe ser que la planta se
plante con toda la copa con que llegue. Los posibles desequilibrios deben venir
resueltos desde el vivero. Si la planta está muy desequilibrada, no debe
comprarse.
2.1. Parámetros de calidad de copa.
En todo caso:
-
El tamaño y aspecto de las hojas debe ser el normal para la especie, variedad y
edad del ejemplar.
-
Ausencia de plagas, enfermedades, clorosis, necrosis ó color anormal.
-
Ausencia de horquillas prietas o de cortezas incluidas.
-
Totalidad de yemas y ramitas vivas.
-
Buenos crecimientos en los últimos años.
Plantas con eje central
completo.
-
Copa completa, con todo su ramaje, organizada es un solo eje central y ramas
laterales dominadas.
-
Si la planta es para viario, debe tener el tronco limpio de ramas laterales
hasta 2 metros
de altura.
-
Tanta más copa falte, sea por número de ramas o por longitud de las mismas,
tanta peor calidad de planta será.
Plantas abiertas en vaso o
injertadas en cabeza.
-
El número de ejes que salen del vaso será 3 como mínimo y 5 como máximo.
-
Cada eje debe estar completo en su longitud.
2.2. Parámetros de calidad del tronco.
El
tronco debe ser único y recto (salvo para ejemplares concretos de áreas
verdes).
Sin
horquillas por debajo de la cruz, en las plantas injertadas o abiertas en vaso.
Sin
horquillas en las plantas con eje central completo. Se admite la evidencia de
haber eliminado uno de los dos ejes en competencia, si el eje eliminado tiene
menos de un tercio del diámetro del eje conservado.
Ausencia
de chancros, descortezados, desgarros, heridas, o defectos.
Grosor.
Para
tamaños normales, el grosor, medido a 1,3 m de altura debe ser mayor de 10 cm . de perímetro o 3 cm . de diámetro.
Longitud.
Para tamaños normales, si es una planta flechada
(eje central completo), la altura total de la planta debe estar entre los 4 y los 6 m .
Si es una planta abierta en vaso, la longitud del tronco, desde la base del tronco hasta
el punto donde se abre el vaso, debe ser mayor ó igual a 2,50 m .
Espigamiento.
Una planta excesivamente espigada o ahilada no se
sostendrá vertical o se partirá tras la plantación.
2.3. Parámetros de calidad
de la raíz.
Es impensable disponer, en el momento de la
plantación del 100 % de la raíz de la planta. En un volumen limitado para el
transporte y manipulación, y con un desarrollo importante de tronco y copa,
ello significaría unas espiralizaciones inaceptables en la raíz.
Así pues, siempre hay que contar con una raíz
incompleta: se perderá longitud y cantidad global de raíces.
La presencia de raíz fina es fundamental para que
inmediatamente después de la plantación la planta pueda tomar agua del suelo.
Si no hay raíz fina o es insuficiente, deberá formarse, y ese proceso no es
fácil ni rápido y, dado que la brotación de las yemas sí es inmediata, la
planta se va deshidratando.
Un
cepellón de gran diámetro y peso no necesariamente significa una gran cantidad
y calidad de raíz fina. En el suelo del vivero la raíz se expande en todas
direcciones y, en ausencia de repicados, el volumen del cepellón sólo conserva
la base de las raíces principales y nada o muy poca raíz fina absorbente. En
estas condiciones, aumentar el tamaño del cepellón apenas supone una mejora de
calidad y cantidad de raíz fina.
El
repicado permite que en el ámbito cercano a la base de la planta, es decir, en
el volumen que formará parte del cepellón o contenedor, haya una presencia
importante de raíz fina absorbente.
Para
plantas de tamaños normales (14/16, 16/18) probablemente no sean necesarios
varios repicados. Lo fundamental es que uno o dos años antes de sacar la planta
del vivero, ésta se repique (es decir, se le corten todas las raíces a una
distancia determinada) y se le permita a la planta, en las mejores condiciones
posibles de vivero (sin moverla del sitio, o trasplantándola a otro lugar, o
colocándola en contenedor) formar raíz fina a partir de la raíz que le quedó.
En
definitiva, el ideal es que la planta llegue a la plantación con mucha raíz
fina activa. Para ello resulta imprescindible el repicado previo en vivero y el
cultivo posterior, en suelo o en contenedor, uno o dos años más.
Existen
distintos tipos de presentación de raíz: raíz desnuda, cepellón y contenedor.
En cualquiera de las tres presentaciones, es imprescindible la presencia de repicados de raíz. Una planta sin repicados es de calidad
inadmisible.
Planta a raíz desnuda.
Es
aquella en la que la raíz se presenta a la vista y limpia de tierra. Se puede
admitir en especies de muy fácil arraigo, y siempre que sea evidente el
repicado y la presencia de una gran cantidad de raíz fina. El diámetro del
sistema radicular presente, para plantas de tamaños normales (14/16, 16/18),
será de al menos 40 cm
de diámetro.
Planta con cepellón.
Es aquella en la que la raíz se arranca y se
transporta junto con la tierra que la contiene. Por el propio peso de la tierra
del cepellón, resulta pesada, difícil de manejar, y por ello cara. Resulta
también difícil de inspeccionar. Es frecuente que el cepellón contenga unas
raíces gruesas de baja calidad, sin presencia de raíz fina. También es
frecuente que el viverista insista en que no se retiren las protecciones de la
raíz (malla de alambre, arpillera…) en la plantación. La planta en cepellón es
una apuesta arriesgada, por que no se ve la raíz: quizás ni siquiera se ha
hecho un repicado, quizás ni siquiera hay raíz fina, quizás es una planta
vieja, no vendida en la temporada anterior, y con gran parte de la raíz muerta.
Las plantas de tamaño normal, (14/16, 16/18), deberán tener cepellones de 40 a 50 cm de diámetro, presentar un
repicado al menos 10 cm
al interior y, a partir de los cortes del repicado, presentar abundante raíz
fina.
Las
plantas de mayor tamaño deberían presentar al menos dos ciclos de repicado y
diámetros de cepellón de 60 y hasta 80 cm .
El
diámetro de las raíces finalmente cortadas en el arranque debe ser menor ó
igual a 1,5
centímetros .
Siempre se debe inspeccionar a la llegada de la
planta, sea del tamaño que sea. No se trata de destrozar el cepellón e
inutilizar la planta, sino de escarbar un poco y ver qué hay dentro del
cepellón. Para ello, se retira en un lado los materiales de protección
(arpillera, plástico, malla de alambre), se empieza a escarbar con una azadilla
y se observa:
ê
Si al exterior del cepellón asoman cortes de raíz mayores de 2 cm , es que no hay repicado
interno. Lo que hace el cepellón es intentar ocultar esa mala calidad.. Es
planta a rechazar.
ê
El tipo y calidad de la tierra: un cepellón firme requiere una tierra
arcillosa. Pero una tierra muy arcillosa no es muy adecuada para producir
abundante raíz fina.
ê
Si hay repicado, a qué profundidad está y cuáles son los diámetros de las
raíces cortadas y de las raíces emitidas.
ê
Si la raíz fina está distribuida uniformemente por todo el volumen del
cepellón.
ê
Si hay abundante raíz fina, a qué profundidad está y cuánto volumen del
cepellón ocupan.
En planta en cepellón, la ausencia de repicado
significa una mala calidad de planta.
Tierra excesivamente arcillosa, ausencia de
repicado, o repicado con cortes muy gruesos (mayores de 3 cm ), con pobre emisión de
raíces a partir de los puntos de corte y amplias áreas del cepellón sin raíces
finas, son características de mala calidad.
Buena calidad de tierra, correcto repicado, con
cortes menores de 2 cm ,
a una profundidad de al menos 10
cm , y abundante raíz fina que invade el conjunto del
cepellón y especialmente su parte más exterior, son características de buena
calidad.
Algunos viveristas preparan cepellones envueltos en
tierra de buena calidad con gran cantidad de restos vegetales (que contienen
raíces de otro origen), lo que da la apariencia de buena calidad de tierra y de
presencia de raíz fina, cuando no es así.
Sistemas de autorrepicado.
Cuando se hace crecer la raíz a través de una lámina
perforada, parte de las raíces finas atraviesan las perforaciones y, si éstas
son estrechas, estrangulan las raíces que se engruesan, lo que provoca la
emisión espontánea de raíces finas en los puntos de estrangulamiento.
Esto hace que, sin cortar drásticamente el sistema
radicular (con el trauma y la caída de vitalidad que esto supone) se provoque
la ramificación y la aparición de abundante raíz fina muy cerca de la base del
árbol, en el volumen que va a ser contenido en el arranque. Este sistema es muy
interesante y puede dar muy buenos resultados.
Planta en contenedor.
Es
aquella en la que la raíz nos llega dentro de un contenedor en el que se ha
cultivado una serie de años.
La
planta cultivada en contenedor desde su origen mantiene el 100 % de la raíz que
se forma, pero esa raíz inevitablemente acaba espiralizándose. Tras la
plantación, la raíz espiralizada se engruesa y puede llegar a estrangular la
base del árbol.
Sin
embargo, el contador sigue ofreciendo interesantes ventajas:
ê
100 % de la raíz
fina formada.
ê
óptima protección
de la raíz contenida.
ê
buena posibilidad
de riego previo a la plantación.
Una
buena solución puede ser la combinación de cultivo en tierra, arranque y un fin
de cultivo en contenedor.
No
se debe aceptar planta en contenedor con raíz espiralizada.
Las plantas de tamaño normal, (14/16, 16/18), deberán presentarse en contenedores de
40 a 50 cm de diámetro, con un
repicado a una profundidad de al menos 10 cm , y, a partir de los cortes del repicado,
presentar abundante raíz fina.
Las
plantas de mayor tamaño deberían presentar al menos dos ciclos de repicado y
diámetros de contenedor de 60 y hasta 80 cm .
En
toso caso, la raíz fina debe haberse desarrollado y estar presente en todo el
volumen del contenedor.
Como
se ve, la buena planta en contenedor es un compromiso entre un máximo
desarrollo de la raíz dentro de él, y la ausencia de espiralización. Eso es
calidad óptima y eso justifica su precio.
Otro
aspecto a tener en cuenta es el tipo tierra contenida. El viverista rellena los
contenedores de un sustrato de alto contenido en arena y turba (o similar), que
permita en vivero un buen drenaje y una buena aireación. Esas características
hacen que sea también un sustrato que se deshidrata muy fácilmente, y que una
vez seco, sea difícil de volver a hidratar. En vivero eso no es un problema,
pues los contenedores se riegan por goteo, lento y prácticamente continuo. Pero
una vez la planta fuera del vivero, esos sustratos tienden a secarse, y el
rehidratarlos puede ser un problema grave, antes y sobre todo después de la
plantación. Por ello, la planta en contenedor debe vigilarse para que no se
deshidrate, regándose dentro del contenedor antes de proceder a la plantación.
2.4. Control de recepción.
Especialmente
en las compras de partidas importantes, las plantas no se compran en el vivero
en el tiempo de la plantación, sino que se encargan y reservan previamente y
finalmente llegan al almacén.
Resulta
imprescindible realizar en ese momento un buen control de recepción de las
características de la planta, pues puede ser aún momento de devolverla.
Se
comprobarán las características generales de la planta (etiquetado,
presentación, tamaño, especie, variedad, etc.), y se prestará especial atención
a los parámetros de calidad arriba descritos.
Los
parámetros de calidad de copa y tronco son fáciles de comprobar.
Los
aspectos complicados de valorar son la vitalidad general de la planta, y la
calidad de la raíz.
La
vitalidad general de la planta se puede observar en el desarrollo de la copa,
pero un sistema radicular muy recortado o muy agredido en el arranque supone un
factor de caída de vitalidad que se manifestará tras la plantación.
Por
otro lado, no sabemos cuánto tiempo ha trascurrido desde el arranque de la
planta, ni en qué condiciones se ha mantenido una vez arrancada. A veces la
planta llega muy deshidratada, condición difícil de valorar, y que provocará
serias dificultades tras la plantación.
La
calidad de raíz debe descubrirse y valorarse en el momento de la recepción de
la planta. Bien a costa del viverista (si así se pactó en la compra), bien a
costa propia, algunas plantas de cada partida deben ser examinadas para
comprobar las condiciones de la raíz. Normalmente, las condiciones y
características de la raíz son uniformes en cada lote. Por tanto, suele bastar
con deshacer y examinar al menos parcialmente algunos cepellones y algunos contenedores,
por ejemplo, uno de cada 20. Se empieza a descubrir y a mirar. Si lo que se ve
es correcto, no hace falta deshacer más el cepellón o el contenedor, y la
planta sigue siendo válida. Si hay que deshacer más, porque lo que se va viendo
no es correcto, hay que seguir y comprobarlo, pues es todo el lote el que va a
ser aceptado o no.
2.5.
Almacenamiento y transporte de la planta.
Una
vez recepcionada la planta, debe cuidarse hasta el momento de la plantación.
Todas
las plantas se mantendrán a salvo de situaciones extremas de temperatura; se le
evitarán tanto las heladas como las exposiciones al viento o al sol.
Los
contenedores, cepellones y, muy especialmente, las raíces desnudas, se
protegerán de la deshidratación mediante riegos, envolturas húmedas y/o
enterramientos provisionales.
Se
prestará especial atención al grado de humedad de los sustratos de los
contenedores, pues como se ha comentado, es frecuente que sean materiales muy
porosos y con baja capacidad de retención de agua, y de muy difícil
rehidratación una vez secos.
Especialmente
en plantas grandes y pesadas, hay que evitar los maltratos y heridas que por la
dificultad de manejo frecuentemente se producen.
3. Calidad de suelo. Suelos técnicos.
Los árboles son poco exigentes en
cuanto a fertilidad de los suelo, aunque lógicamente prefieren y agradecen los
buenos suelos, especialmente tras la plantación.
Los mejores suelos naturales tienen una
cierta cantidad de materia orgánica en superficie (pero no en profundidad),
aunque lo importante es que presentan una composición que permite que tanto el
aire como el agua penetren en profundidad.
Aireación y drenaje son las cualidades
clave de los suelos, tanto en suelos naturales como en suelos técnicos.
Una buena composición podría ser:
Composición granulométrica
de tierra fina:
Ø
Arena, cincuenta a setenta y cinco por ciento.
Ø
Limo y arcilla, alrededor del treinta por ciento.
Ø
Cal, inferior al diez por ciento.
Ø
Humus, comprendido entre el dos y el diez por ciento.
Granulometría general:
Ø
Ningún elemento mayor de cinco centímetros.
Ø
Menos de tres por ciento de elementos comprendidos entre uno y cinco centímetros.
Composición química:
Ø
pH: 5.0 to 6.5
Ø
Contenido en materia orgánica: 5%
Ø
Contenido en arcilla: aprox. 10%
Ø
Porosidad: > 40%
Ø
Fósforo: > 50 mg P2O5 /lOO g
Ø
Potasio: >15mgK20/100g
Ø
Magnesio: > 100 mg MgO/Kg
Puede ser un grave error
aportar materia orgánica extra a la mezcla ya que su descomposición puede
producir condiciones anaeróbicas.
Suelo técnico, suelo estructural.
Un
“suelo técnico” consiste en un suelo reconstituido compuesto por una mezcla de
cantos de aristas vivas de piedra (preferentemente no caliza) mezclada con
tierra arenosa de buena calidad, en proporción 1:1 en volumen.
El
contacto entre los cantos evita la compactación de la tierra y permite la
compactación técnica.
Diferentes experiencias
proponen diferentes diámetros para las piedras (entre 5 y 15 cm ), pero en todo caso
deben tener un tamaño muy uniforme para que unas no ocupen el espacio que queda
entre las otras.
Una vez
realizada la mezcla de cantos y tierra, se tiende sobre el terreno por tongadas
de 40 cm .
de grosor, compactando cada tongada. Los suelos técnicos pueden recibir una
compactación técnica correcta y servir de base a una pavimentación capaz de
soportar tráfico pesado, etc.
La
tierra real solamente ocupa alrededor de un 20 % del suelo técnico, así que
deberá tenerse esto en cuenta a la hora de calcular los volúmenes necesarios.
3.1. Volumen de suelo necesario.
Sea en suelo libre o en
contenedores habilitados, los árboles, según su desarrollo adulto esperado,
necesitarán un determinado volumen de suelo.
El volumen útil de suelo necesario para
el completo desarrollo del árbol depende de su talla adulta
·
Árboles
pequeños (3 metros
de diámetro de copa adulta), necesitarán 7 metros cuadrados
de suelo útil explorable, y 0,60
cm de profundidad, es decir, unos 4 m3 .
·
Árboles
medianos (5 metros
de diámetro de copa adulta), necesitarán 20 metros cuadrados
de suelo útil explorable, y 0,60
cm de profundidad, es decir, unos 12 m3 .
·
Árboles
grandes (8 metros
de diámetro de copa adulta), necesitarán 50 metros cuadrados
de suelo útil explorable, y 0,60
cm de profundidad, es decir, unos 30 m3 .
3.2.
Contenedores.
Los
contenedores que se colocan sobre superficies pavimentadas suelen ser de
pequeño volumen, y sólo sirven para árboles de muy pequeño desarrollo. En ellos
el riego y la elevación de la temperatura por exposición al sol pueden ser
problemas limitantes.
En
áreas pavimentadas o sobre construcciones subterráneas se pueden habilitar
espacios contenedores para instalar arbolado. En estos casos se debe atender a
una serie de aspectos: volumen, calidad y profundidad de suelo, compactación y
drenaje.
Si la
pavimentación en superficie no va a ser flotante sino que va apoyar en la
tierra, es obligada la instalación de un suelo técnico y de una compactación
estricta. Esto lleva a volúmenes (que no profundidades) muy importantes de
suelo y ello conlleva en el caso de plantaciones sobre edificación a la
previsión de unas estructuras portantes muy importantes (que se calculan sobre
el peso del suelo contenido más el volumen de agua que pudiera llegar a
contener).
Deben
diseñarse sistemas de drenaje y de impermeabilización capaces de mantenerse operativos a muy largo plazo.
4. Plantación.
4.1. Época de plantación.
La plantación de arbolado debe hacerse
en la época de reposo invernal, y mejor pronto que tarde.
Teóricamente, la planta en contenedor,
al conservar toda o gran parte de su raíz, podría plantarse en cualquier
momento de año. Esto sólo es correcto si se instala un riego permanente, pues
fuera del reposo invernal, la planta, con toda su hoja, consume mucha agua, y
hasta que no arraiga en el terreno y comienza a obtener agua de él, depende del
agua del riego.
4.2.
Preparación de la planta.
No
se realizará ninguna reducción de copa, ni siquiera con la pretensión de
“compensar copa y raíz”.
Se
eliminarán todas las envolturas protectoras de la raíz, que se retirarán fuera
de la hoya de plantación.
Es
correcto sanear los cortes de raíces realizados en el arranque, si presentan
mal aspecto, realizando buenos cortes con herramienta afilada.
4.3. Plantación.
La plantación supone dos procesos independientes: la
preparación del suelo y el proceso de plantación propiamente dicho.
4.3.1.
Preparación del suelo.
Se trata de acondicionar el terreno en el que las
raíces se van a desarrollar durante los primeros años de vida del árbol, ya que
el suelo urbano, por sí mismo, raramente tiene unas condiciones adecuadas. Este
acondicionamiento es preferible realizarlo varias semanas antes de la
plantación.
4.3.1.1.
Preparación del suelo en alcorque.
Si la plantación se realiza en un alcorque, se
acondicionará (o cambiará, en su caso), todo el suelo posible hasta 60 ó 80 cm . de profundidad (según
el volumen de raíces).
4.3.1. 2.
Preparación del suelo en área verde.
Si el suelo es suficientemente bueno, bastará con el
laboreo de un volumen de suelo de 60
cm . de profundidad y 1,5 metros de diámetro
(5 veces el diámetro del cepellón o raíz desnuda). Si el suelo es pobre, duro y
compactado, será necesaria la mejora o el cambio de suelo en un volumen de
iguales dimensiones, aportando una tierra de buena calidad. Si el suelo está
permanentemente encharcado, es probable que la plantación fracase, salvo
especies capaces de prosperar en esas condiciones. En tal caso puede convenir
la plantación en un volumen de tierra ligeramente elevado sobre el suelo.
4.3.2.
Proceso de plantación.
Preparado el suelo, se realiza, en el momento de la
plantación, un hueco del tamaño de la raíz de la planta.
El cuello de la raíz (parte ensanchada de la base del
tronco, de donde ya salen las raíces) debe quedar a ras de suelo, tal como
estaba en el vivero.
Si se planta en alcorque, se pone el cuello de la
planta a ras con la parte inferior del pavimento. Si el pavimento es muy
grueso, puede subirse un poco la planta.
Salvo en casos raros de cepellones muy grandes, es
imprescindible la colocación de un sistema de entutorado, con dos, tres o
cuatro tutores.
Se colocan los tutores a la vez que se coloca la
planta en su hueco de plantación, de forma que se consiga la mejor postura y
acoplamiento entre tutores y sistema radicular. Las ataduras entre tronco y
tutor deben ser firmes pero flexibles y
deben clavarse o graparse al tutor.
En plantaciones con cepellones muy grandes y pesados
puede evitarse la colocación de tutores si se ancla el cepellón al fondo o a
los laterales de la fosa de plantación.
Se rellenan con buena tierra los huecos entre las
raíces, si los hubiese, y se apisona un poco la tierra, por tongadas, primero
las de abajo, después las superficiales, para lograr un buen contacto con la
raíz o cepellón. (Si solo se apisona desde arriba, quedará compactado en
superficie, y flojo en profundidad). Evítese apisonar en exceso o amasar la
tierra, especialmente si está embarrado.
Es muy recomendable utilizar sobre la superficie algún
tipo de acolchado de unos 10 cms. de espesor. En áreas verdes, el acolchado,
además de contribuir a la aireación del suelo, evita el crecimiento del césped
y, con ello, que los cortacéspedes tengan que acercarse al tronco, con riesgo
de provocar heridas.
No hay que abonar en el momento de la plantación.
En árboles plantados en áreas verdes, se debe evitar
los golpes y heridas que las máquinas cortacésped producen el la base de los
árboles, mediante la colocación de protecciones en la base del árbol y/0
mediante la instalación de acolchado.
5. Cuidados posteriores.
Tras
la plantación se mantendrá el suelo moderadamente húmedo durante, al menos, los
dos primeros años. Un exceso de riego matará la raíz en suelos con mal drenaje
y plantación excesivamente profunda. Se regará siempre que (y sólo cuando) una
cata realizada con un sacamuestras demuestre que el suelo no tiene la humedad
correcta a 20 o 30 cms de profundidad.
El
riego, cuando se necesite, se hará abundante, de forma que penetre en suelo en
profundidad (utilizar el sacamuestras
para comprobar el comportamiento de los diferentes suelos), y se regará
no solamente a pié del árbol, sino también alrededor, medio metro a un metro
más amplio cada año, para animar a las raíces a desarrollarse en el entorno.
Evítense
los riegos escasos y frecuentes, que desarrollarán un sistema de raíces
superficial y dependiente del riego.
Riéguense también en profundidad los
árboles plantados en áreas que disfruten de riego por aspersión, por la misma
razón.
Se vigilará el entutorado, de forma que
cumpla su función y no hiera ni estrangule la planta. Se puede mantener durante
algunos años, pues aunque la planta ya no tuviera riesgo de caerse, suele
cumplir una función de protección frente a impactos o vandalismo.
No se realizará ninguna poda de
formación o de reducción de copa hasta que el árbol muestre crecimientos
vigorosos, lo que normalmente no ocurrirá hasta pasados unos cuantos años.
6. Trasplante de grandes ejemplares.
Vistas las dificultades y las condiciones a cumplir
con la plantación de plantas jóvenes preparadas en vivero, se advertirán las
dificultades que supone arrancar, trasladar y plantar árboles ya maduros, con
pesos, volúmenes, alturas y empujes de vientos en copa importantes, y con
sistemas radiculares muy extensos desarrollados en suelos normalmente pobres y
heterogéneos.
La experiencia demuestra que esto es posible en
bastantes casos, pero la experiencia demuestra también que en otros casos la
operación fracasa, o que la vitalidad decae en los años posteriores con
consecuencias irreversibles: muerte parcial, etc.
Con todos los medios disponibles, los sistemas de
trasplante de árboles ejemplares no alcanzan a trasplantar más de un 15 % del
sistema radicular original.
En general, deberá considerarse el trasplante de
árboles ejemplares como una operación excepcional, a realizar sólo cuando haya
importantes razones para ello, y cuyo éxito no debe valorarse por la mera
supervivencia del ejemplar (un reto ya en sí mismo), sino por la evolución
positiva del árbol de ahí en adelante: buenos desarrollos, buena vitalidad,
buen anclaje, etc.
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